Ejercicios de ciberseguridad: el mejor antídoto contra las amenazas
Vivimos en un mundo interconectado. Una circunstancia que se traduce en una gran cantidad de beneficios para la sociedad, en general, y el mundo empresarial en particular. Y también de amenazas; amenazas a las que hay que poner freno.
Que hayamos empezando este reportaje refiriéndonos a la ciberseguridad como una moda no es baladí. Ya a comienzo de 2016 se habló de ella como una de las tendencias del año. Los ciberdelincuentes no descansan, buscan nuevos objetivos, y eso hace que las empresas refuercen sus defensas para hacerles frente. Tanto, que el último Observatorio Nacional de las Telecomunicaciones y de la Sociedad de la Información y el Instituto Nacional de Ciberseguridad (INCIBE) cifran en 1.000 millones de euros el gasto en ciberseguridad que acometerán las empresas españolas de aquí a 2019. Una importante cantidad destinada a combatir zombies o bots -las amenazas más comunes en nuestro país-, cuyo objetivo es enviar spam, virus o malware a otros equipos.
Y aquí reside el quid de la cuestión, el objeto del presente reportaje: ¿en qué consiste un ejercicio de ciberseguridad? Marcos Gómez, subdirector de operaciones de INCIBE lo define así: “Actividad que permite entrenar tácticas y procedimientos que tendrían lugar en caso de que se diese una crisis de origen cibernético. Además del entrenamiento en sí mismo, el ciberejercicio facilita una valoración que muestra lecciones aprendidas y recomendaciones para el futuro: aspectos de mejora frente a un ataque cibernético, para el aumento de la identificación de interdependencias, para la mejora de la concienciación y la formación, etcétera”.
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